viernes, 3 de abril de 2009

Como perros hambrientos ansian el oro

No robaras la mano muerta de tu madre
las corneas hermosas de tus hijos.

No robaras el útero ajeno
aquel en que fuimos creados.

No robaras el ultimo pan
ya no existen los milagros
pues hay un dios ateo y postmoderno.


Un pedazo de carne
su hijo.

Un trozo de queso
su sustento.

Un dedo de la mano
su diamante.

No robaras el pubis de tus hijas
ellas ofrecerán cuchillos si las ofendes.

Cuchillos arriba
cuchillos abajo.

No robaras los ojos tristes de tu madre
las hermosas flores de su tumba.

Para eso están las escobas
para barrer con todo.

Yo soy yo
un ser reconstruido por el robo perpetuo
y mi delirio mi espíritu.

No culpo a nadie
y por mis actos seré juzgado.

Abajo los ángeles de la propiedad privada
arriba el hijo de puta que rompe con todo.

Para eso esta la noche y sus conductos
contra aquellos el ojo y el látigo
el perro y el fuego.